viernes, 17 de diciembre de 2010

Continuación.

Siegfried decidido comenzó el ataque con presteza y celeridad, atacando con el codo, pero fue esquivado con mucha facilidad, por lo cual decidió lanzar puñetazos a diestra y siniestra sin dar cuartel a aquel sonriente enemigo, pero los golpes no asestaban en contra de su oponente, sencillamente pasaban de largo como si el enemigo supiera como atacaría y se anticipara a sus movimientos.

-Eres muy lento chico- le dijo el guerrero de melena negra, al esquivar el último embate de Siegfried, -no puedes ni tocarme, pensé que serias más difícil de vencer-. Con lo cual Siegfried tranquilizó sus sentidos a pesar de estar totalmente furiosos contra aquel arrogante combatiente, el secreto estaba en no perder la cabeza.

Se cuadro de nuevo y sin decir palabra comenzó un nuevo ataque, esta vez dejando que el movimiento fluyera, sin pensar en qué hacer después, solamente dejarlo ir. Propino golpes, embates y patadas, pero ninguno asestaba al enemigo, cuando de pronto, con un giro inesperado, lanzo una patada, uno de sus golpes más veloces y lo encadeno con facilidad con  otra y luego una doble y al final una patada de Flash, en donde un giro mortal deleitaba los ojos de los ahora, muchos curiosos.

La última patada despeino y raspo la frente de su enemigo, quien, desconcertado, borro la sonrisa de su rostro y decidido grito unas palabras y luego se abalanzó sobre el cachorro blanco. –Como te atreves, te enseñare a respetar a Ulrich, a los lobos espaciales, a Russ y al Emperador- de un momento a otro tenía a Ragnar golpeando su abdomen, levantando la humanidad del joven guerrero casi metro y medio con la fuerza del embate.

Eso fue solo el comienzo, pues con una serie de golpes encadenados fue rompiendo cada uno de los nuevos huesos del recién llegado, con puñetazos, patadas y cabezazos que no dejaban caer siquiera al nuevo guerrero del cielo. Ya en el suelo Ragnar detuvo su loco desplante –Espero que así aprendas, muchacho imberbe- pero Siegfried con sus nuevas habilidades regenerativas comenzó a moverse, a levantarse para articular solamente – Aun no hemos terminado-

VII. Enfilado hacia la grandeza.

Siegfried se irguió frente a los espectadores da su recién terminada transformación, podía sentir el latido de sus corazones y la expansión de sus pulmones, sabia que en su sangre bullía una materia peligrosa y tal vez letal. Su mirada se había aguzado al extremo al igual que su oído y su olfato.

Sabia que no solo compartía el cuerpo y el alma con el lobo, sino también las habilidades de este se habían pasado su cuerpo, haciéndolos un guerrero incansable.
-Bien joven guerrero, demuéstrame tus habilidades- le dijo el hombre con cabeza de cráneo, sin inmutarse ante la transformación final del guerrero, -adelante, muéstrame que es lo que obtuviste de los lobos-

Siegfried levantó la vista y sin pensarlo dos veces, se arrojo con presteza para derribar a su nuevo oponente, deslizo sus pies, reviviendo la acción que realizó contra el oso, golpeo con el codo en el pecho metálico de su enemigo, y luego levantó el puño para romper el cuello. Sin embargo la placa de acero que protegía al guerrero era demasiado para sus simples manos, por lo que giro en redondo y propino un nuevo golpe en el yelmo de cráneo de lobo de su enemigo, cosa que provoco que la mascara se resquebrajara.

De pronto el guerrero del cielo retrocedió, desconcertado por la reacción de recién llegado. –No esperaba esa reacción joven guerrero, pensé en lago menos salvaje, pero si es lo que quieres- pero del fondo del salón una voz se hizo presente como un rugido –Ulrich, déjalo, es mío- expreso la voz del fondo, que dejo ver a un joven guerrero con el cabello azabache una cicatriz en el ojo y una mirada decidida enmarcada por una sonrisa burlona, extrañamente no contaba con una armadura sino que se veía tan vulnerable como el recien llegado.


-No Ragnar, es solamente impetuoso, no es...- pero el joven ya se encaminaba para enfrentar el joven Siegfried, quien no se inmuto y se avalanzo sobre su nuevo oponente. -Bien chico, te enseñare lo que le sucede a los que tratan de sobrepasar la linea con el Wolf Priest- le dijo el así llamado Ragnar y espero el emabte de su agresor... la batalla habia comenzado.

jueves, 16 de diciembre de 2010

VI. La llegada al colmillo

Los días siguientes a su enfrentamiento con el oso, fueron mucho más sencillos pero que ponían aprueba su nuevo cuerpo modificado, sus resistencia y su astucia, pues debería cruzar gran parte de la tundra helada, con ríos, lagos, cavernas, nieve profunda y temperaturas extremas.

A lo largo de varios días de caminata, cruzando por zonas tremendamente peligrosas, como un yermo de puntas afiladas como cuchillos y un volcán activo en donde la nieve y el magma se unían en una armonía perfecta. Siegfried llego a la escarpada columna de hielo conocida como la columna al cielo, una formación helada que culminaba en la base de los dioses del cielo, los lobos de las alturas.

El joven guerrero comenzó si acenso enfrentando temperaturas terribles, que podrían helar la sangre de los menos preparados y congelar los huesos de los simples humanos.
La escalada fue sencillamente abrumadora, el joven guerrero enfrento la furia de la ventisca, el viento y los mismos relámpagos, además de un terrero bloqueado por formaciones rocosas afiladas que podrían desollar al lobo más temerario.

El camino duro un ciclo lunar entero, en tiempo de Terra, pero finalmente y con heridas que denotaban su accidentado camino, Siegfried llego ante las puertas de la fortaleza del cielo, conocida como “El colmillo”

Con seguridad y presteza, empujo las enorme puertas de acero, la cuales con un ruido sordo se abrieron de par en par dejando ver un salón alfombrado, iluminado con antorchas, ubicadas estas a los costados de la larga estancia, con una separación no mayor a dos metros. A lo lejos un grupo de soldados ya lo esperaban.

La atención del recién llegado fue atraída por un guerrero ataviado con una enorme armadura negra, vivos en dorado, una enorme piel de lobo gris colgando de su espalda, un rostro de cráneo de lobo y un artefacto parecido a un bastón de color oro y con adornos de águilas y lobos.

-Acércate Siegfried- Le ordeno el extraño caballero del cielo, -yo te vi, sabía que estabas destinado a la grandeza, termina el ritual y prueba que no me equivoco- fueron las siguientes palabras del hombre con rostro de muerte. Siegfried se acerco, tambaleándose aun por el cansancio y la inanición, mas sin dejar de lado su mirada fría y enteca ante este personaje.

De repente, una copa de oro grabada con efigies de lobos, runas y águilas fue traída por uno de los asistentes, este se la extendió al hombre de la cara de cráneo, quien la tomo y agrego una gota de un liquido incoloro, para después ofrecérsela libremente al tambaleante viajero. Este la tomo con ambas manos y sin pensarlo dos veces bebió hasta la última gota.

Los espasmos de dolor regresaron, su crecimiento estaba por culminar y ese era el último detalle, se vio nuevamente empequeñecido con el tamaño y la furia del lobo, pero, esta vez fue Endoval quien tomo las riendas y se controlo a si mismo para mantenerse sereno, -es un trabajo de so y no solo de uno, yo soy tu, tu eres yo, juntos somos más que un dios, Siegfried, hemos de hacerlo juntos-

El chico abrió los ojos, su cansancio había desaparecido, su fuerza la sentía crecer por su cuerpo, y podía sentir el latido de dos corazones en su pecho, uno el suyo propio y el otro de Endoval, quien compartiría por siempre ese cuerpo con él.

jueves, 9 de diciembre de 2010

V Conociendo al lobo interno

Siegfried se levantó con una extraña y eléctrica agilidad, su velocidad y reflejos habían aumentado considerablemente, sentía una ligereza extrema en el cuerpo, muy a pesar de haber aumentado su masa muscular en casi el cien por ciento. Sin embargo su adversario media más que el casi por medio cuerpo adicional.

Corrió hasta el oso negro, y espero con sutileza a que este comenzara el ataque, así que el hambriento animal lanzó un zarpazo directo hacia la cabeza del soldado de lobo. Este con pericia antinatural se agacho sin esfuerzo y paso debajo de la garra de su oponente, hasta estar a la altura de su tórax, ahí propino un fuerte codazo y con el mismo movimiento levantó el puño dándole un buen golpe en la mandíbula inferior de la bestia.

De repente su mundo se volvió una cortina roja y las garras crecidas de su mano derecha propinaron un golpe al pecho del oso, luego su otra garra bajó de manera instintiva y propino una nueva herida, estaba fuera de control. Sintiéndose como encerrado en un cuerpo que no le pertenecía Siegfried apelo nuevamente a su meditación.

Estaba nuevamente en el cuarto blanco sin  paredes y vio a Endoval adelantado y más grande que nunca, su furia asesina estaba rigiendo sobre el cuerpo de ambos. Con la cadena que nunca quito del cuello del lobo arrastro de regreso y a su lado a su albo compañero.

-debemos controlarnos Endoval- grito a viva voz Siegfried en un lugar en donde el eco resonaba de forma lúgubre, -No podemos simplemente dejarnos ir con salvajismo sobre nuestro enemigo, debemos pensar, no solo cortar y morder, sino razonar en las posibilidades y probabilidades, date cuenta que eso nos puede dejar indefensos incluso ante un conejo crecido-

Endoval se agachó y nuevamente era del tamaño del hombre, -dijiste que no usarías más la cadena- hablo sin mover el hocico y con tono dolido, -me engañaste-, Siegfried compasivo tomo la cabeza del lobo y con ternura le habló, -no podría controlarte, la cadena la quitaré a su debido tiempo cuando estemos completos y que ninguno de los dos pierda el control, ahí la cadena desaparecerá-

El lobo lamio el rostro de su hermano y nuevamente sin mover un musculo le hablo: -Estoy de acuerdo, vayamos a acabar con este enemigo con razón, sin furia y con la cabeza fría, la furia se desbordara y la adrenalina que me hizo despertar en ti se derramara pero no por eso perderemos el control, ahora mismo expulsare la maldición del Wulfen pues somos iguales, somos hermanos y somos dioses.

De repente estaba de nuevo en la tundra helada, pero lo que vio no era el blanco de la nieve sino el revés de la garra del enorme oso. Incapaz de detenerlo o esquivarlo, el guerrero fue impactado por la enorme zarpa, saliendo despedido tres metro de distancia y con el hueso del pómulo hecho trizas.

-Nota mental Endoval, nunca entrar en trance durante una lucha- dijo el guerrero mientras sentía un dolor lacerante e insoportable en la mejilla, pero veía maravillado que el color de su cabello había cambiado, aun era rubio, pero refulgía como la misma nieve, era tan blanco y a la vez rubio, era ahora la compenetración de ambos guerreros.

El oso arremetió de nuevo al dolorido guerrero, pero este se apartó con presteza y se reincorporo sobre sus piernas con celeridad. Abalanzo se esté sobre el terrible oso, quien a su vez  lanzó un ataque directo hacia su pecho. Pero con la habilidad adquirida por su entrenamiento y por sus nuevos instintos se apoyo con ambas manos sobre el brazo del enrome animal.


Se coloco como un trapecista con el cuerpo totalmente extendido en forma vertical sobre su nuevo punto de apoyo y con la misma inercia del ataque empujo al oso hacia la fría superficie del suelo, donde no se movería nunca más…

martes, 7 de diciembre de 2010

IV Domando al instinto


Siegfried se encontraba en la nieve tumbado con las ropas rasgadas, la piel del lobo blanco aun le quedaba enorme y podía cubrir en su totalidad su cuerpo, su aspecto aun denotaba el hecho de que era un hombre pero con la mirada cansada y perdida, habían pasado ya 8 días desde su primer espasmo de dolor y transformación, y hasta ese momento su cuerpo había parado de sacudirse y de cambiar.

Su alimentación se había basado de nieve, carne de su adversario blanco y carne fresca de otros animales menos salvajes, sin embargo por embriagador que fuese el sentimiento por devorar cosas vivas y crudas, en su fuero interno sentía repulsión por sí mismo. Estaba dejando que el lobo blanco se apoderara de su cuerpo y que hasta su mente se viera asaltada por el sentimiento salvaje de su hermano de alma.

Se levantó de la nieve y camino en dos piernas, erguido pero cansado, arrastrando un poco los pies y con la cabeza gacha. Su cuerpo había crecido considerablemente, sus músculos se habían torneado y tonificado, sentía en su interior que algunos nuevos órganos se habían formado pero pequeños en comparación con los que ahora tenía.

Había formado nuevos huesos, su piel se regeneraba con rapidez, y su sangre burbujeaba de manera extraña en su ser, pero sobre todo su olfato se había desarrollado enormemente, al igual que su visión, la cual podía ver mucho más lejos y con mayor claridad en la cerrada noche de Fenris, aunque aun con dificultades, no se sentía completo, sentía que algo faltaba, pero ¿Qué?

Con los conocimientos y la herencia que había aprendido de su tribu en donde el perder el control es inaceptable, Siegfried se sentó en posición de loto, cerrando ambos ojos e interiorizando en su alma para encontrase de nuevo con su parte salvaje y domarla o morir intentándolo.

De repente, se vio a sí mismo en un paraje blanco, sin paredes, sin cielo, sin espacio, pero con el suelo firme y blanco, ahí vio al lobo, justo por enfrente de él, altivo, orgulloso, mucho más fuerte y grande que él. El hombre se adelantó para estar por enfrente del animal, pero este giro la cabeza y con un gruñido mostro los temibles colmillos, advirtiendo que ahí estaba en su territorio.

Siegfried no claudico y se adelantó para estar al lado el animal. Mágicamente una cadena apareció en su mano, la cual se conectaba en la garganta del animal. Cuando el lobo se adelantaba, el guerrero jalaba con fiereza la cadena, lastimando su cuello pero manteniendo la disciplina y el respeto.

En animal trató de volverse y atacar al nuevo manejador, esté lo aplacó con la cadena y le dijo con fuerte voz, estamos juntos en esto, ni tu ni yo somos superiores, tu eres igual que yo y yo soy igual que tu, nadie es más grande o más fiero, los dos somos un complemento, tu eres mi parte salvaje y leal, yo soy tu parte racional y templada. Somos un complemento del otro y por eso vivimos en el mismo.


El animal agacho la mirada, sumiso se fue empequeñeciendo hasta quedar del tamaño del hombre, y una voz profunda salió de su mente, pues nunca movió el hocico. Lo que te hace falta es lo que nos hace dioses, esto es un buen comienzo, deja la cadena, nunca la volverás a necesitar, soy tú, tú eres yo, somos la contraparte perfecta, mis dones son tuyos y tus habilidades mías ahora somos un lobo y un hombre, pero esto no es todo, el dolor que sufrimos fue mucho pero falta un poco más, la adrenalina me hace más fuerte pero si logramos controlarme seremos lo que los señores del cielo desean.


Siegfried salió de su ensimismamiento y observó a lo lejos un enorme oso negro, con garras como navajas y brazos como troncos, era el momento de robar los talentos de él con su hermano, era tiempo de probar la habilidad de una semi-dios, era el momento en que Siegfried y Endoval fuesen uno.

lunes, 6 de diciembre de 2010

III. Dos en uno.

Ya en la cueva el joven guerrero se encaramo y se perdió en un agradable sopor, pero el sueño que avisto fue lo más raro y terrorífico que jamás hubiese siquiera imaginado.
Se encontraba tendido en su lecho, en la cámara del colmillo, él dormía pero un guerrero del cielo con un estilete inyecto en su cuello una sustancia extraña, turbia y sanguinolenta, aunque indolora tanto que no molesto su sueño.

Después se veía a sí mismo con sus ropas de viaje, la enorme pelliza del lobo blanco cubriéndole el cuerpo en su totalidad y dejando algunas partes arrastrando por la nieve. Mientras andaba, una figura blanca como la nieve trotaba hacia él, era el mismo lobo a quien había ejecutado pero esta vez trotaba a toda prisa sin un atisbo de cólera o enfado para con él. De repente al estar cerca del guerrero, el enorme canino se impulso en sus cuartos traseros propinando un salto hacia él.



Lento como en pocas ocasiones se había visto, Siegfried sintió el abrazo del lobo, pero no mordiéndolo ni tumbándolo en la fría nieve, sino entrando en él, compartiendo el espacio con él, el mismo cuerpo, la misma alma y el mismo espíritu en el mismo momento. Fue ahí cuando despertó.

Una fuerte sacudida de espasmos lo arrojo de regreso al frío suelo, un dolor insoportable le socarraba las entrañas, sentía como sus brazos se partían y se fundían de nuevo con los huesos del lobo. Su mente se embotaba y solo podía ver los profundos ojos de su ahora hermano de alma. Su estomago, su corazón, sus pulmones y hasta sus oídos los sentía ardiendo como si dentro de él hubiese estallado un volcán.

Con las pocas fuerzas que le dejaba el dolor, tomo un puñado de nieve y lo trago sin chistar, pero el calor de su interior no se calmo ni un segundo, revisó la caverna en busca de algo que mitigara las flamas que crecían sin dar tregua. Lo único que logró ver fue el cadáver de su adversario, la carne en perfecto estado gracias al gélido clima del planeta, la vio tan jugosa, la sangre tan fresca y los jugos de las entrañas del lobo tan fríos que con todo el dolor de su cuerpo atacándolo, se arrastro y dio una mordida al crudo musculo de la pierna del animal.

El sabor era glorioso, la sangre corría por su garganta calmando el ardor de su interior, dio otra mordida y bebió toda la sangre que escurrió del músculo del animal. Jamás había experimentado un gozo de tal magnitud que mitigo incluso el dolor de sus extremidades, por lo que aunque su cuerpo se retorcía por el rompimiento de sus huesos, él comió salvajemente la carne de su aguerrido oponente, quien incluso después de la muerte lo atormentaba con espasmos de dolor incalculable.



Al terminar varias partes del lobo, órganos e incluso huesos, el guerrero no aguantó más. El dolor no había dado marcha atrás y sentía que algo crecía dentro de él, se dio la vuelta hacia el otro costado y vio en el fondo de la caverna, reflejado en una roca congelada, su propio rostro, ensangrentado, con el cabello en el rostro y con un aspecto similar a una bestia. Ahí comprendió que era un lobo devorando a otro lobo, no permitiría que esa parte salvaje de él dominara sobre la racional, debería haber equilibrio, debería existir una proporción justa… siempre justa.



Trató de dominarse, de mantener el deseo por sangre y carne fresca inhibido en su ser, pero un nuevo espasmo recorrió su columna, sintió como varias vertebras se rompían, crecían desmesuradamente y se fusionaban de nuevo en unos cuantos minutos. El dolor fue tan salvaje y rabioso que no pudo evitar un grito desgarrador que le sonó más bien a un aullido de lobo, profundo, grave y solemne… 



domingo, 5 de diciembre de 2010

II. Un juicio justo

Los guerreros del cielo acogieron al valiente guerrero con recato pero admiración, pues la verdad, la justicia y el honor se encontraban en su espíritu y bullendo por su alma.
El recibimiento fue como cualquier otro en el colmillo, los valerosos guerreros de Russ miraban con recato a los recién llegados pero con especial interés en el joven Siegfried pues de toda la tribu, él fue el único en llegar hasta el trono congelado.

A todos los “nuevos” les fue recitado lo que ya era una tradición e incluso algo monótono, la prueba que deberían pasar para ser abrazados por el espíritu del lobo y así convertirse en guerreros sagrados de Fenris, honrado al emperador galáctico con su habilidad y destreza. Pero con el riesgo de perder la vida frente al temperamental espíritu del planeta.

A los pocos días el fiero guerrero Siegfried, fue llamado para afrontar la prueba. Esté muy decidido, se presentó sin chistar a encontrase con su destino, por lo cual fue trasladado en una pájaro de metal y fuego hasta el centro mismo de la tundra helada, ahí fue abandonado a su suerte para afrontar las penurias de los hielos eternos y los afilados colmillos de su presa.

Al poco rato el joven Siegfried encontró una cueva en donde podía refugiarse del inclemente frío del planeta congelado, pero para su sorpresa esta se encontraba custodiada por su presa, un fiero lobo de Fenris tan blanco como la nieve, con los colmillos grandes y afilados como la más hermosa espada de hielo y con los ojos tan brillantes y expresivos que asemejaban un par de soles, con un abismo en el centro.


Ambos oponentes se midieron, se observaron y se recorrieron con la mirada, esperando, olfateando y grabando los movimientos de su adversario. Finalmente el fiero lobo se impulsó con la ayuda de sus cuartos traseros, alanzándose de un salto sobre el valiente humano. Esté logro evadir parte de la dentellada pero los enormes colmillos del lobo lograron rasgar su brazo izquierdo.


Con pericia el elegido del colmillo asesto un puñetazo al costado del fiero can, sin embargo su golpe no causo el efecto deseado y solo logró lastimar sus nudillos. El Lobo mostro nuevamente los colmillos y con la boca roja por la sangre recolectada de su enemigo lanzo un segundo ataque. Sin embargo Siegfried esta prevenido, se deslizó para dejar pasar al blanco demonio y estando debajo de él le golpeo repetidamente el vientre.


Dolorido, el temible animal giro en redondo y se enfrento al imprudente humano, su cena sería él y solo él, por lo que ataco sin miramientos. En ese momento el astuto joven sacó el cuchillo ceremonial que se les da para afrontar la prueba y con celeridad asestó un golpe seco en el costado del mastodonte blanco, que con un chillido característico de los caninos cayó sobre la ya, roja nieve.

Cansados, lastimados y abatidos ambos contrincantes se miraron, el lobo en el frío suelo, derrotado ofreció de manera voluntaria y honorable el cuello a su oponente, pero Siegfried no lo veía justo, ambos habían sufrido y por una golpe de suerte él había sido el vencedor, sin embargo el lobo comenzó a gruñir y a aullar exigiendo que le diera un final honorable.


Así pues, el noble guerrero de un tajo indoloro acabo con la vida del hermoso animal, lo desolló con total cuidado y arranco con el dolor de su corazón el cráneo del lobo, con sus nanos y la grasa del animal limpio el hueso y con la pelliza recién cortada cubrió su dolorido y congelado cuerpo, entrando a la tan disputada caverna. La primera fase de su prueba había terminado, ahora solo faltaba la parte difícil… regresar.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Siegfried Dragon Slayer

Para todos los amantes de los Wargames, he aquí una breve historia acerca de mi conversionado aun no terminado personaje de los Lobos Espaciales, ojala la disfruten.

I El enviado de los cielos.

La tundra de Fenris es una roca golpeada por cambios brutales de temperatura que varía desde una páramo árido y congelado, hasta una tierra volcánica en donde el hueso se derrite con el soplo del viento.
En esta tierra es en donde un muchacho marcado por la luz de las estrellas y los colmillos del lobo nació. En el seno de una tribu guerrera pero tradicionalista y muy misteriosa, siempre envuelta en un halo de misticismo, honrando a los dioses de los lobos en donde la justicia debería prevalecer por sobre todas las cosas, inclusive por encima de la vida.

Siegfried al ir creciendo se le fue dando la educación de ser un guerrero excepcional y un juez imparcial, viendo siempre por lo que cada quien merece, lo que deberán tener y si no se cumple con este juramento sagrado sencillamente recibir el castigo o la pena que fuera las más justa, por lo tanto su función dentro del gran plan de la tribu sería el de Juez, Jurado y Verdugo.

Dentro de sus variados talentos el joven de cabellera rubia ceniza, poseía una agilidad asombrosa y una fuerza tremenda en ambas piernas lo cual lo ayudaba a cruzar grandes extensiones de terreno en un par de zancadas al mismo tiempo de ser un experto en saltar grandes peñascos y desfiladeros con su asombroso resorte, cosa que los señores del cielo vieron con mucha atención.

Un día dentro de sus variados entrenamientos de guerra el asentamiento de la tribu presencio uno de los acontecimientos más importantes de su vida, pues los señores del cielo, aquellos que portan la armadura negra y caras con forma de cráneo de lobo, habían descendido de su trono de hielo. Para decidir quienes serían elegidos como guerreros del lobo.



Los señores solo buscaban a Siegfried puesto que su talento habia embargado sus sentidos y habían sorprendido sus corazones. Sin embargo el joven guerrero se negó rotundamente a ser llevado de manera arbitraria al trono de hielo, ya que su sentido de la justicia y el deber estaban por ser manchados. Por lo cual los sabios de la tribu llamaron a los guerreros más valerosos para enfrentar a Siegfried en una lucha por mantener el honor y así poder ascender al trono congelado con honor.

La batalla siguiente no fue más que una prueba del talento innato del joven quien no dudo un segundo y se abalanzo sobre sus oponentes abatiendolos con facilidad, pero sin darles golpes letales, pues no era justo arrebatar la vida a un oponente que solo buscaba la grandeza y la bendición de los señores del colmillo.

Fue así como el joven Siegfried ascendió al trono de hielo en el colmillo por vez primera, sin embargo su leyenda aun esta comenzando, como esta comenzando la creación de nuevas estrellas.

Ojala les halla gustado esta primera parte, les pongo las siguientes a la brevedad.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los Dark Eldar entran en accion

Finalmemente los Eldar oscuros han llegado a nuestro paìs y lo han hecho con toda la fuerza de una raza mejorada totalmente.
Las miniaturas son de una calidad comparable con compañías tales como el antiguo Rackham frances o el exitoso Warmachine (Privateer Press), con la infima diferencia de que estos cuentan con miniaturas exclusivamente de metal, mientas que GW ha lanzado su linea tambien con la accesibilidad del plastico.